miércoles, 28 de noviembre de 2012

Estratos de grosella espumosa

Mi idea era, como no conseguia maracujá, aprovechar la cosecha propia de grosellas para hacer una mouse. 
Inadvertida, mecánicamente (no hay que perder de vista nunca lo que uno está haciendo) hice la mouse siguiendo la receta de la mouse de mango (naturalmente, reemplacé la gelatina de naranja por gelatina de frambuesa).
El resultado no se veía así, ni mucho menos:


Mi error fue no considerar el peso de las semillas de las grosellas (que deben formar parte de la preparación, con lo cual se formaron dos capas o estratos: al fondo, una deliciosa mezcla sólida de grosellas y arriba, una crema rosa oscuro. 
La solución es sencilla: hay que dejar coagular más la gelatina con las grosellas procesadas (revolviendo constantemente para que la mezcla permanezca homogénea a medida que coagula) antes de agregarles la crema batida. 
Pero como los comensales me dijeron que así estaba deliciosa, decidí que en verdad la receta podía llamarse "estratos de grosella espumosa" y listo.
En cuanto a las cantidades, preparé un sobre entero de gelatina de frambuesa, batí medio litro de leche con abundante azúcar (las grosellas suelen ser ácidas) y procesé en la licuadora, no sé, un buen medio kilo de grosellas (pueden reemplazarse con frambuesas, que son más pequeñas y ligeras, pero la idea era aprovechar la fruta propia).
Arándanos para la decoración, y unas hojas de menta. Los copos de crema me parecen demasiado.

 

martes, 27 de noviembre de 2012

Parada obligada

Mis amigos del Parador Fruit, la mejor verdulería de las que frecuento, ahora tiene página web y un renovado local que no tiene nada que envidiarle a las tilinguerías de Pilar.
Por fortuna, la gente sigue siendo la misma, e insisten en atenderme con la misma amabilidad de siempre. 
También me mienten, pero como lo hacen con simpatía, me la banco. Hace varios días David me ofreció "jugo de maracujá, con sus semillas separadas", para que yo pudiera preparar mi afamada mouse de verano. Varias veces fui a ver si había llegado el prometido producto, sin suerte. 
"Es que no es temporada", me dijeron los muchachos al mismo tiempo que el más enamoradizo de ellos me preguntaba por Elena, de quien quedó (comprensiblemente) prendado un par de veranos atrás. 
Ahora está en París, le dije (porque es cierto que la bella Elena se fue a completar allá su doctorado y desde allá me manda recetas de sopas de hongos). El remedio fue pior que la enfermedad y ahora el muchacho me mira con ojos desesperanzados...
¡Qué lucha!