miércoles, 17 de febrero de 2010

Borsch

Laura: "¡Ay, no sé cuál vi! Es en el que Kate va tras James que se escapó del templo. Debe ser el 3. Estoy un poco confundida. By the way, ¿me podrás pasar la receta del borscht? ¡Mi mamá tiene quinta y me trajo tantas remolachas que no sé más qué hacer".

En el capítulo 32 de Rayuela, La Maga escribe, en una carta a su hijo muerto: "Es idiota llorar así porque el borsch se ha ido al fuego". Lucía es uruguaya, pero ni eso justifica la extrañísima sintaxis. "Se volcó sobre la hornalla", hubiera sido mucho mejor.
La primera vez que comí borsch fue en un restaurante polaco. Festejábamos, entonces, la aparición de Minga!, la novela de Jorge Di Paola que sigue siendo una de mis novelas predilectas de aquellos años.
Por supuesto, hay tantas recetas de borsch como pueblos eslavos, paneslavos y mitteleuropeos... Hay recetas de borsch ucraniano, polaco, checo, croata... y hasta es un poco excesivo atribuirles nacionalidades porque en rigor cada aldea lo hizo siempre a su manera. El borsch era una comida popular, y por eso se echaba a una olla lo que hubiera, a partir de la base (eso sí) de remolachas. Como toda cosa de pobres, el borsch se presta al reciclado: una vez pedí en un dudoso restaurante de Praga un borsch que no sólo no parecía borsch sino que era un agua asquerosa en la que flotaban unos cubitos de supuesta Zückerrube y unas hebras de carne deshilachada. Decidí que sólo comería borsch hecho por mí mismo.
Mi receta es simple y debería verse más o menos así, una vez listo (copio de Internet la foto del que más se parece al mío, aunque éste parece tener hebras de pollo, ¡Dios nos libre!):



Es una sopa cremosa que yo sirvo caliente, pero puede también tomarse fría. Por lo general, el borsch caliente admite carne en hebras o cortada en trozos pequeños, mientras que el borsch frío no. Yo lo hago sólo con caldo de carne, para no traicionar su delicadeza.
Hay que hervir en abundante caldo de carne (casero o de cubitos) una buena cantidad de remolachas combinadas con otras verduras que alcancen la mitad de su peso. Por ejemplo: para cuatro kilos de remolachas, habrá que agregar dos kilos de zanahorias, cebolla colorada, repollo colorado e hinojo. Naturalmente: más o menos (eso sí, conviene no pasarse con el hinojo porque es bastante invasivo, y yo creo que con dos cebollas grandes suele ser más que suficiente).
Apenas cocidas las verduras (hay que tener cuidado porque la sobrecocción corta la sopa), hay que procesarlas. Suelo hervir las remolachas con cáscara y las pelo luego, antes de ponerlas en la licuadora. Les agrego el caldo necesario para obtener la consistencia deseada (a mí me gusta el borsch más bien espeso) y sal y pimienta a gusto. Por supuesto, el proceso es extremadamente sucio, de modo que suelo hacer borsch en cantidad y después lo congelo para calentarlo lentamente cuando viene gente a comer, en invierno.
Se sirve preferentemente en cuencos, con crema fresca (originalmente, crema ácida, pero es imposible de conseguir) y dados de pepinitos en vinagre. También se puede reservar una remolacha para agregar al final, finamente picada o rallada.


8 comentarios:

Tlat dijo...

Yo probé ese plato de Link; y puedo decir que es un postre!

Anónimo dijo...

nah, me matás Link! Cocinás y todo...

fernandes dijo...

Si hay algo rico es el Barszcz claro (color vino tinto) con Pierogi que puede comerse cerca de la vieja sinagoga de Cracovia.

Un simple arqueólogo urbano dijo...

Un día te invito a comer sombreritos en crema de yogur!
Cuando vuelva la tía Clelia de Punta la llamo para que me cuente bien el relleno y cómo se escribe el nombre del plato en árabe.
genial el borsch... -a pedido de Andrés y mío, publicá tu receta del gazpacho ese maravilloso que tomamos en tu casa-

Linkillo: cosas mías dijo...

Sí, mi borsch es más bordó que el de la foto, pero no quise tomarme el trabajo de photoshopearla...

lvl dijo...

Mi amiga, de visita en casa de mis abuelos, preparó una especie de borsh en su afan de halagar a mi abuelo de origen húngaro. El resultado fue un caldo aguado y con trozos de carne demasiado grandes que obligaban a usar cuchillo y tenedor. Al intentar cortar el primer bocado de carne el plato de mi abuelo se partió en dos con el consecuente derrame y caos en la mesa y mi abuelo dijo: "¡a quien se le ocurre poner un churrasco en la sopa!"

fernandes dijo...

Te mando algo que tal vez te interese para la próxima sesión: http://stonerbrunch.blogspot.com/2008/02/hoy-tenemos-sardinas-al-horno-y-huevo.html

Anónimo dijo...

1) Ay, como te daría.
2) ¿Y varenekes comiste?