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martes, 15 de noviembre de 2011

Hefeklöße

He aquí una de mis comidas predilectas: Hefeklöße (literalmente: bollos de levadura) con salsa.
Es una comida invernal, de modo que tengo el derecho de pedirla dos veces: para mi cumpleaños y para el día del padre. Se trata de un plato de pastas que podría describirse como "pancitos hervidos".
Repito la receta de mi mamá (aunque ella se reserva el derecho a la "inspiración del momento"), que es la única verdadera en este punto (ella la heredó de mi abuela paterna, pero está copiada con la letra de mi tía, de modo que me sumerjo en aguas de profundidad insospechada).
Para los bollos, hay que disolver 50 (cincuenta) gramos de levadura en agua tibia con una pizca de azucar. El leudado se agrega a 3/4 kilos de harina, donde además se vuelca un huevo ("yo a veces le pongo dos", dice mi mamá, arruinando toda posibilidad de copia), sal y agua tibia hasta formar una masa tierna (hasta que no se pegue a los dedos, ni un gramo de harina más). Se deja levar y luego se forman los Klösse (más bien chatos, de cinco o seis centímetros de diámetro), que vuelven a levarse sobre un repasador limpio espolvoreado con harina.
Se cocinan en agua hirviendo con cuidado suficiente para que no se pongan duros: deben salir cocidos y esponjosos.
Se sirven de inmediato con abundante salsa.
Para la salsa: se doran costillitas de ternera (chicas) cortadas en trozos, se retira la carne y se desglasa el fondo de cocción con agua. Se agrega un poco de roux suave (mezcla de harina y manteca derretida que se usa para espesar), se agrega la carne de nuevo y un poco de agua caliente, dos cebollas cortadas en mitades con dos clavos de olor cada media cebolla y 2 hojas de laurel, sal y pimienta. Al final, cuando la carne ya está totalmente cocida y las cebollas tiernas ("también pueden agregarse al comienzo"), se agrega crema y una o dos rodajas de limón. Si hace falta, se corrige la liga con un poquito de harina.
No he encontrado ninguna fotografía para ilustrar esta receta lo que me hace sospechar una vasta conspiración familiar. De todos modos, el plato bien vale el engaño. Después: la siesta.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Schinkenflecken

No soy amigo de cocinar con sobras, pero lo hago cuando el resultado: a) es tanto o más sabroso que la comida original, b) lleva un nombre (sí, tambien en la cocina soy nominalista).
Por ejemplo: los buñuelos hechos con la espinaca o el arroz que sobraron del día anterior. En este caso, la receta se llama Schinkenflecken y su base son los fideos con manteca que sobraron "de anoche" (o de dos noches previas: más ya es de entreguerras).
Como su nombre lo indica, los Schinkenflecken llevarán "manchas de jamón", es decir: jamón cocido levemente tostado (o, como yo los prefiero: panceta ahumada totalmente desgrasada y crocante).
Hacerlos es tan sencillo....: se ponen a calentar los fideos sobrantes en una cacerola mientras la panceta se dora. Cuando están calientes se les echa encima un huevo o dos (según la cantidad de fideos) y se revuelve enérgicamente, tratando de que el huevo coagule preferentemente sobre la pasta y no en el fondo de la cacerola (de todos modos, se raspará el fondo sin conmisceración alguna). El huevo debe quedar cocido pero no reseco. Finalmente, se sirve con los pedacitos de panceta o jamón mezclados y el clásico toque de pimienta recién molida.
Recetas más ortodoxas ponen la mezcla en el horno, con crema y queso parmesano por encima para que gratine (y los fotógrafos exigirán, por manía, el "verde" espolvoreado), pero creo que no vale la pena tanto trabajo si el manjar es instantáneo.
Otra opción es aumentar la cantidad de huevos hasta obtener una tortilla.
Mis Schinckenflecken (comida de infancia) funcionan con cualquier tipo de fideos, pero siempre los he hecho con fideos largos.