lunes, 9 de enero de 2012

Pierna de cordero a la parrilla

Todo lo bueno nos llega por azar o coacción. Vimos, la otra noche, un programa de Dolli Irigoyen en el que preparaba hamburguesas de cordero "para mis amigos los paisanos" que habían ido "de cabalgata", "con mi hermano Juan". 
Dolli es una gran cocinera y una profesora "fantástica" y siempre seguimos sus "deliciosos" consejos aunque nos cuesta seguirla en sus brindis: "brindemos por los caballos, para que nunca...".
Fui a la carnicería a comprar un kilo de carne de cordero molida. Cuando el carnicero me mostró la pata de cordero que iba a transformar en picadillo me dio pena y pedí que me la diera así, entera.
La carne de cordero no es de mis predilectas (como poca carne y, en general, su sabor me aburre o me relaja, pero si tengo que elegir, prefiero la de vaca), porque es sosa ("suave", dirán sus cultores) y puede saber a orín, de ahí que resulte imprescindible marinarla.
La noche anterior preparé una marinada de abundante ajo, un poco de menta, coriandro tostado, sal, pimienta y aceite de oliva. Dejé la pata bañada en la marinada en la heladera toda la noche y la mañana siguiente la saqué para que terminara de saborizarse a temperatura ambiente.
La cocción reuqiere de una hora y media o dos (habrá quien comerá el cordero "jugoso", pero yo creo que su punto mejor es bien cocido), lentamente y usando la marinada cada vez que se da vuelta la pata.
La acompañamos con nuestras afamadas espinacas con queso (con yoghurt quedan horribles), unas cebollas rojas caramelizadas (regalo de Dolli), ensalada de tomate de nuestra propia cosecha con orégano fresco y una mescolanza turca que nos sobró del 31.
Debo decir que la pata de cordero asada luce espectacular (no tengo idea qué será lo que tiene el vasito que agregó el fotógrafo).

No hay comentarios: