jueves, 24 de noviembre de 2011

La tragedia del tomate

Por Verónica Wiñazki para Libre



La ciencia lo hizo más lindo y resistente, pero caro y sin sabor. El movimiento platense de salvación
*.

*Y una anécdota personal: Hace algunos años (siete, tal vez) asistí casualmente a una reunión de científicos y líderes políticos africanos que discutían algunos aspectos de la modificación genética de los alimentos. Me contaron este drama: los científicos habían conseguido, mediante manipulación, que los bananeros dieran una fruta que duplicaba su tamaño habitual. Consecuencia: las palmeras no conseguían sostener los cachos y, para que no se vinieran abajo, debían ser apuntaladas con varas para las cuales... había que desforestar la selva. Lo hicieron, claro, y se quedaron sin selva.
En la misma ocasión me contaron la "prueba" para saber si el tomate está bien modificado o no: se lo deja caer, ya maduro, desde lo alto y se mide el radio de dispersión de su reviente. Si es demasiado amplio, es obvio que no servirá para las verdulerías y dicen: pónganle más (de lo que sea).
Les dije a esa gente psicótica que el problema de la alimentación nunca ha sido científico, sino político y les pedí que se dejaran de joder arruinando las cosas bellas y sabrosas.


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