Inviten a comer a una amiga peruana y traten de resolver uno de los grandes misterios de la humanidad: ¿por qué en Perú se come tan rico?
Lo más probable es que la amiga peruana, con la dulzura que la caracteriza, tome por asalto la cocina y saque un manjar inesperado.
Por ejemplo, esta salsa para papas, que es una variación de muchas que combinan ají, queso fresco y aceite.
Las variaciones regionales son con hierbas diferentes, o el tipo de
molido, no en licuadora sino con mortero, pero la base es la misma.
2 ajíes amarillos (ají peruano le dicen los verduleros aquí)
Unas tres cucharadas de maní tostado
1 cebolla chica y un ajo
Unas dos cucharadas de perejil (y, eventualmente, otras dos de menta).
Si se usa cebolla de verdeo o cebollines, no se licuan sino
que se ponen finamente picados al final.
100 gramos de queso fresco (mas bien magro)
Copio textual el correo con las instrucciones, que agregan el sabor de la lengua:
"En una sartén con aceite caliente sofríes las cebollas hasta que
estén muy brillantes y suaves, luego agregas el ají por unos tres
minutos y luego el resto de los ingredientes menos el queso. Fries un
poco todo para que se unan los sabores.
Pones todo en la licuadora y le agregas un poco de aceite y 1/4 de
taza de leche. Si te sale muy gruesa le agregas un poco de leche, si muy
líquida un poco mas de queso y maní. Hay gente que le pone galletas de
soda (saltinas)".
Dejando de lado los adornos, la "salsa patricia" (así la bautizamos, pero es una OCOPA AREQUIPEÑA) debería verse así. Papas fritas u horneadas van perfecto, pero la salsa también funciona con pastas. Un manjar inesperado.
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