Pero como hemos empezado a comprar la verdura semanal libre de agrotóxicos en La comunidad de bienestar, he tenido que recuperar algunas recetas de infancia. En el pedido de la semana pasada vino un repollo blanco enorme, que no iba a durar si lo usábamos sólo para ensaladas. Por suerte me acordé de los niños envueltos en repollo que hacía mi abuela.
Hacen falta: medio kg. de carne de nalga picada (o la carne que uno acostumbre a pedirle al carnicero que a uno le pique), una taza de arroz, un huevo o dos, un poco de queso rallado, el jugo de un limón, condimentos a gusto (en mi caso: sal, pimienta, un poquito de tandoori marsala o, en su lugar curry en polvo, un chorrito de aceite). Todo eso se mezcla bien mientras se ablandan en agua hervida hojas grandes de repollo (tantas como niños envueltos se quieran, pero con esa cantidad de carne salen 12 o más, que sirven para dos comidas).
Una vez frías las hojas de repollo se les corta el tallo duro del medio con un cuchillo (con cuidado para que la hoja todavía sirva para empaquetar) y se rellenan con la preparación de carne. Unos dos palillos en cada envoltorio asegurará que el relleno no se desparrame.
En una sarten generosa (o en una olla de hierro, lo que se prefiera) se prepara una salsa de tomate a gusto (yo le pongo morrón y, naturalmente, hierbas). Es fundamental que quede bastante aguachenta para que al cocinarse el arroz absorba la cantidad de agua que necesita y quede todavía salsa para emplatar.